El alma que me acompaña
Durante mucho tiempo tuvo lugar mientras dormía imágenes de este viejo edificio de piedra fría y silenciosa. Iba buscando sencillamente entre sus puertas todo aquello que deseaba, o simplemente me sentaba observando el blanco impoluto de las nubes. Me encontraba ante un devenir de horas que vivía realmente con mi cuerpo postrado laso entre las sábanas. Y allí mientras no había nada en que pensar encontraba la paz que muchos llaman meditación, encontraba en mi mente el lugar y el tiempo que nos falta. Encontraba la tranquilidad.
Siempre callé. Ahí estaba el alma que me acompaña.
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